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DER SCHWEIGENDE STERN (1960)

Ficha técnica

Título castellano: Destino Espacial: Venus
Título inglés: First Spaceship on Venus / The Planet of Death / The Silent Star
Nacionalidad: República Democrática Alemana / Polonia
Productora: VEB DEFA-Studio für Spielfilme / Künstlerische Arbeitsgruppe ''Roter Kreis'' / Film Polski
Director: Kurt Maetzig 
Guion: Kurt Maetzig y Stanislaw Lem (novela Los astronautas)
Efectos especiales: Helmut Grewald , Ernst Kunstmann, Vera Kunstmann y Jan Olejniczak
Música: Andrzej Markowski     
Dirección de fotografía: Joachim Hasler
Intérpretes: Yôko Tani (medico japonesa / Sumiko Ogimura), Oldrich Lukes (Físico nuclear estadounidense / Profesor Harringway Hawling), Ignacy Machowski (Ingeniero en jefe polaco / Profesor Saltyk / Prof. Durand), Julius Ongewe (Técnico de televisión africano / Talua), Michail N. Postnikow (astronauta soviético / Profesor Arsenew / Prof. Orloff), Kurt Rackelmann (matemático indio / Profesor Sikarna), Günther Simon (piloto alemán / Robert / Raimund Brinkmann), Hua-Ta Tang (lingüista chino / Dr. Tchen Yu / Lao Tsu), Lucyna Winnicka (reportera de televisión / Joan Moran)
Duración: 93 m.

A partir de un hecho verídico (la enorme explosión acaecida en Tunguska, Siberia, en 1908), el argumento de esta película fantasea con el hecho de que lo que pudo caer del cielo no fuera un simple meteorito, sino un objeto que diera constancia de vida extraterrestre inteligente. Se logran salvar unos carretes que contienen información, pero debido a su estado el mensaje solo puede interpretarse parcialmente. Lo único claro es que procede de Venus.

Fue curiosa la fijación del bloque comunista con el segundo planeta del sistema solar. Mientras todas las miradas apuntaban hacia la luna (las de los americanos y, por supuesto, también las de los soviéticos) y se imaginaba el siguiente asalto en sobre la superficie marciana, la Unión Soviética se empecinaba en mandar sondas a Venus (aunque hoy en día aún no se sabe muy bien por qué, dado que cualquier forma de vida, tal y como la conocemos, es casi imposible allí). Como ya dijimos en el comentario de El planeta de las tormentas, a principios de 1961 la sonda Venera 1 alcanzaba aquel planeta, mandando las primeras imágenes de su superficie. Por lo tanto, los años anteriores a su lanzamiento habría en todos los países de la órbita soviética una gran ilusión por la misión, considerándose un gran hito para la humanidad en general, pero para el sistema socialista en particular. Un nuevo hito de la cosmonáutica bolchevique.

Destino Espacial: Venus responde a esas nuevas noticias que estaban llegando sobre un cosmos aun desconocido. Y, debido a ello, repleto de magia y misterio. Un territorio capaz de albergar las más profundas fantasías, de provocar ensoñaciones, pareciéndose más a los paisajes descritos por Julio Verne que a la dureza física de las imágenes mostradas por las cámaras montadas en sondas espaciales o los telescopios. «El espacio: la última frontera», como rezaba el encabezamiento de La conquista del espacio (Star Trek; Gene Rodenberry (cr.), 1966-1969).

A propósito de dicha serie, hay demasiados elementos formales, argumentales e ideológicos en esta coproducción comunista que nos recuerdan a la serie de televisión que se emitiría algunos años después y que, de alguna manera, pueden ser leídos como antecedentes de las aventuras de Kirk y Spock. No solo una bellísima concepción estética, empezando por una muy colorida y saturada fotografía, inconfundible sello visual de la década de los sesenta. Pues incluso ciertos toques psicodélicos en la atmósfera venusiana (nieblas espirales, luces, etc.) y la resolución de una de las escenas más emocionantes de la película (aquella en la que los astronautas son arrinconados por una masa viscosa que amenaza con atraparlos) contienen muchas concomitancias con la mencionada Star Trek.

Otros elementos referenciales a la ciencia ficción occidental de la época los podemos encontrar en los puentes de mando y las computadoras parlantes, las naves espaciales del tipo "candelabro" (parecidas a la que transportaba a Tintín, Hadock y Milú a la Luna), el indefectible ajedrez como pasatiempo favorito en el espacio (visto tanto en el tridimensional de Star Trek como en el de la kubrickiana 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968), y que suponen un antecedente de aquella Deep Blue que venció a Kasparov en 1996), las tripulaciones internacionales e interraciales, las misiones científicas en pos de contactar con inteligencias extraterrestres o las lecciones pacifistas y antibelicistas de las experiencias vividas.

Pues, de hecho, que la supuesta invasión alienígena no se consumase parece ser que se debió a un fallo en sus armas láser, que terminaron por precipitar la autoaniquilación de los venusianos. Un reflejo en toda regla de lo que podría pasar en la Tierra con las armas nucleares, dispuestas no para la autodefensa, sino para la destrucción general de la humanidad. Como vemos, elementos que definen una época, una década dorada en lo técnico y lo social que confiaba ciegamente en el desarrollo científico como herramienta para hacer de este un mundo mejor, y que personas a uno y otro lado del Telón de Acero se afanaban por propagar como alerta ante la escalada nuclear que las dos superpotencias estaban llevando a cabo por el irracional miedo al otro. La colaboración, el esfuerzo y los sacrificios que se muestran en Destino Espacial: Venus pretendían ser, a pesar de ciertos comentarios maliciosos sobre determianadas conductas de los Estados Unidos (sobre todo, cierta fijación con recordar el lamentable episodio de Hiroshima) una mano tendida al entendimiento entre los seres humanos.

KONEC SRPNA V HOTELU OZON (1967)

Ficha técnica

Título inglés: The End of August at the Hotel Ozone / Late August at the Hotel Ozone
Nacionalidad: Checoslovaquia
Productora: Ceskoslovenský armádní film
Director: Jan Schmidt 
Guion: Pavel Jurácek
Música: Jan Klusák
Dirección de fotografía: Jirí Macák
Intérpretes: Vladimír Hlavatý (voz de anciano), Jitka Horejsi (Martha), Ondrej Jariabek (anciano), Vanda Kalinová (Judith), Alena Lippertová (Eva), Irina Lzicarová (Anna), Natalie Maslovová (Magdalen), Jana Novaková (Clara), Beta Ponicanová (anciana), Olga Scheinpflugová (voz de anciana), Magda Seidlerová (Barbara), Hana Vítková (Theresa)
Duración: 77 m.

Angustiosa, fea, desagradable y muy discutible a nivel ideológico, quizás una de las películas de anticipación más cuestionable de las realizadas en la Europa del Este en el periodo comunista. Nuevo encuentro con el cataclismo nuclear, donde la civilización se ha ido al garete y la esperanza de la humanidad recae en un grupo de mujeres, nacidas tras la catástrofe. Todas menos una, la anciana en la que se depositan los recuerdos del mundo anterior y parte del contrato social perdido. A medio camino entre la madre y la maestra, su función en el grupo es el de guiar con su sabiduría a una jóvenes que se adentran peligrosamente en el bosque del salvajismo, tratando de mantenerlas con vida a la espera de encontrar hombres que permitan atisbar un rayo de esperanza para la supervivencia de la especie humana.

A priori, y con los ojos de nuestro presente, el argumento de esta película debería ser agradable, ofreciendo la promesa de que la humanidad, en manos de lo femenino, puede tomar un punto de partida diferente, alejándose de los errores de unas sociedades que, infectadas por el machismo patriarcal, han provocado el apocalipsis. Sin embargo, nos encontramos con todo lo contrario: las muchachas protagonistas son crueles, egoístas, sádicas, díscolas y con un sinfín de atributos, todos ellos negativos. Su encuentro con un anciano, al que le han matado su preciada vaca y que "regenta" un hotel abandonado (el "Hotel Ozon" que se nombra en el título) desencadena lo peor de ellas, al perder en un momento determinado a su anciana líder.

Dicen que la música amansa a las fieras. Para Jan Schmidt y Pavel Jurácek, los responsables de este filme, a las mujeres ni siquiera eso, pues para ellos suponen una categoría superlativa a la de animal. Para participar de un sistema político que se enorgulleció de dar derechos a las mujeres que no se conocían en occidente y de ser los primeros en poner a una fémina en el espacio, estos checoslovacos parece ser que no iban por el mismo camino. En plena década de liberación de la mujer y a las puertas del mítico año 1968, con todas sus revoluciones y asonadas, un núcleo de resistencia se instaló en el corazón del Pacto de Varsovia, advirtiendo de las posibles nefastas consecuencias de dejar la humanidad en manos de un grupo de hembras. Hasta en el "paraíso socialista" llegó la maldición de la estirpe de Eva.

O-BI, O-BA - KONIEC CYWILIZACJI (1985)

Ficha técnica

Título inglés: O-Bi, O-Ba - The End of Civilization
Nacionalidad: Polonia
Productora: Zespol Filmowy "Perspektywa"
Director: Piotr Szulkin
Guion: Piotr Szulkin
Director de fotografía: Witold Sobocinski
Música: Jerzy Satanowski
Intérpretes: Jerzy Stuhr (Soft), Krystyna Janda (Gea), Kalina Jedrusik (Mujer de millonario), Mariusz Dmochowski (Millonario), Marek Walczewski (Jefe de Soft), Jan Nowicki (Ingeniero), Henryk Bista (Chubby), Mariusz Benoit (Doctor)
Duración: 88 m.

Cuando se habla sobre la ciencia ficción como un género alegórico que habla sobre el presente en el que se inscribe, puede que no haya un mejor ejemplo que este filme polaco. La disposición de ciertos símbolos a lo largo de su metraje habla claramente de la Polonia de mediados de los ochenta, cuando el poder del Partido Obrero Unificado Polaco que gobernaba el país estaba siendo puesto en jaque por un sindicato de raíces cristianas, llamado Solidaridad (Solidarność) y dirigido con férreo liderazgo por Lech Wałęsa.

Qué mejor manera de disponer la alegoría que en un futuro distópico, consumado el holocausto nuclear que durante décadas amenazó  a la humanidad, instalándola en una perpetua psicosis apocalíptica. Los supervivientes de la catástrofe se guarecen bajo tierra, protegidos por un sistema de bóvedas y una gran cúpula que, en el momento de empezar la función, amenaza con venirse abajo por la aparición de una serie de grietas. No es difícil, por lo tanto, encontrar en ese aislamiento de los individuos y en las fisuras de la cúpula que les cobija un símbolo de la Polonia de la época y de lo que estaba por venir con un lustro de anticipación: el desmoronamiento de una estructura que, con el paso del tiempo, se había degradado, incapaz de contener el ímpetu de libertad de sus ocupantes.

O-bi O-ba representa de forma magnífica una premisa primordial del género fantástico (y, concretamente, de la ciencia ficción). A saber: que este se define por sus elementos argumentales y la consecución de una determinada atmósfera, y no por el despliegue de unos recursos técnicos que embriaguen lo visual. Con un bajo presupuesto y mucha imaginación, este filme polaco pone en escena una serie de elementos y conceptos que definen la crisis de la sociedad en un estado de crisis, como son la delación, el sálvese quien pueda de la agonía, el egoísmo, la corrupción, la psicosis del espionaje o el uso del poder como ocultación de los problemas a la población, a través de tácticas como la de la falsa bandera, por ejemplo.

Y es que la introducción de un elemento de conflicto en el seno de ese segmento humano, como es la posible salvación de una serie de "elegidos" que serán recogidos por un "arca", establece el punto crítico a través del cual cada miembro de esa microcomunidad responderá de una forma diferente, cada cual según sus intereses y motivaciones. Soft, el protagonista, se paseará por los distintos paisajes que dominan cada uno de los niveles del refugio, cada uno de ellos con una iluminación muy determinada que define su desarrollo existencial, recogiendo y repartiendo informaciones, unas veces veraces o tras completamente falsas. Las reacciones a dichas revelaciones supondrán una encuesta sobre el estado anímico de cada individuo o de cada segmento de población para destapar conjuras y disidencias que amenazan al poder y el control que este ejerce sobre las personas.

El final de la historia estará dominado por lo simbólico, en concordancia con el tono del resto del relato. Compleja e inconcreta, la resolución del conflicto expuesto está abierta a múltiples interpretaciones políticas, religiosas o emocionales, dependiendo del punto de vista que se adopte. Pero en cualquiera que sea el que se elija, siempre quedará el regusto de haber observado un filme diferente, de atmósfera opresiva y dimensión universal a pesar de sus referencias concretas a su momento. Una película difícil de olvidar.

EGO ZVALI ROBERT (1967)

Ficha técnica
Título inglés: We Called Him Robert / His Name Was Robert
Nacionalidad: URSS
Productora: Lenflim Studio
Director: Ilya Olshvanger
Guion: Lev Kuklin y Yuri Printsyov
Director de fotografía:  Edgar Shtyrtskober
Música: Andrei Petrov
Intérpretes: Oleg Strizhenov (Robert / Sergei),  Marianna Vertinskaya (Tanya), Vladimir Pobol (Gennadi), Mikhail Pugovkin (Knopkin), Marcel Marceau
Duración: 93 m.


¿Conocen a alguna persona que le haya puesto a su hijo su mismo nombre, creando (o, incluso, perpetuando) no solo una tradición familiar, sino un sinfín de (a veces, divertidas) confusiones? Son numerosos los psicólogos que han puesto el grito en cielo ante este maligno hábito, denunciando los perjuicios que suponen para los hijos, quienes deben vivir toda la vida bajo la sombra de su progenitor, forzados a cumplir unas expectativas difíciles de conseguir.

Algo parecido pasa en esta película soviética, pues el robot protagonista y que da título a la película ha sido creado como clon físico de su creador, a imagen y semejanza de un “padre” de laboratorio. Ya hay algo de siniestro en dar a un robot forma humana (lo que se conoce como “androide”), pues el debate filosófico que propicia da para varios congresos con sus consiguientes libros. Y es que no es el humano el que se cuestiona la moralidad del acto, sino el robot quien se pregunta sobre su condición, interrogándose sobre la existencia a través de la suya propia y por qué los seres humanos tratan de inculcarle la máxima capacidad intelectual y emocional si, al final, va a ser observado como un simple objeto.

 La vida de Robert va a ser, desde el principio, la de un “ser” utilizado y utilizable, un comodín vital para su creador, pero que, por su apariencia humana, va a ser la diana de los ataques emocionales de terceras personas. Pues de la misma manera que a veces, de una manera impulsiva y poco reflexionada, otorgamos a los animales comportamientos humanos cuando no dejan de ser actos irracionales propios del instinto, las acciones de Robert se observan como premeditadas, cuando en realidad es un ser blanco, simple, sin maldad, que percibe su entorno y lo interpreta literalmente, sin miedo al ridículo o a la ley.

Incapaz tanto de amar como de odiar, Robert proyecta lo que cada ser humano desea en el otro debido a sus propias carencias sociales o emocionales. Algo parecido al “efecto Kuleshov”, donde el rostro del actor Iván Mozzhujin expresaba distintos sentimientos según la imagen con la que se le relacionase, permaneciendo su cara en todo momento estática, hierática y neutral. No es, por lo tanto, en absoluto gratuito que en un momento de este filme aparezca el mimo francés Marcel Marceau, que termina desesperado por las continuas interrupciones involuntarias de Robert. Un gesto definitivo para comprender que, a pesar de todas nuestras convenciones sociales y los esfuerzos por ocultar nuestras emociones, somos pura fibra sensible. Lo mejor de nosotros no lo depositamos en un montón de circuitos y válvulas, sino que lo guardamos en nuestro interior.